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CAPÍTULO 33 La lucha

La ira que estaba tratando tan arduamente de contener estalló como un volcán en erupción y de inmediato agarró el cuello del tonto con tal fuerza que los ojos del hombre se abrieron de sorpresa. Lo miró con ojos furiosos y, si las miradas pudieran matar, él ya habría caído muerto al suelo. ¡No! ¡No ...