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Capítulo treinta y cinco

Jesse está sin palabras.

Es breve.

No dura ni siquiera sesenta segundos, pero encuentro consuelo en su silencio confundido. Los dedos de Levi acarician mi brazo, pero la agresividad de su postura no cambia. Todavía está esperando que las cosas se pongan feas.

La paz le es ajena.

Baileigh es la p...