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Capítulo treinta y tres

La maldita pistola no dispara. Mi pésima suerte alcanza su clímax en este momento, y miro frenéticamente a Shriver y Levi. Esto no puede estar pasando. No puedo haber hecho algo tan estúpido como para merecer este momento, este pico venenoso de eventos, y sin embargo, aquí estoy.

—N-no sé qué le pa...