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Los regalos de Gaia

Los vientos de Sheye azotaban a la gente mientras la escena comenzaba a cambiar. Uno a uno, los miembros de la multitud desaparecieron hasta que solo quedaron los miembros de la junta. Hectate agitó su mano, y Morrigan sintió que su cuerpo se elevaba.

—¡No! —gritó aterrorizada mientras se levantaba...