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¿Sigue enfadada, mi señora?

Roksolana miró alrededor de la habitación en la que había estado desde hacía tres días, vacía de cualquier mueble. Se culpaba a sí misma por estar en esta situación. Si no hubiera confiado en su secuestrador, no estaría en este lío. Lo único que la consolaba era el hecho de que no tenía manera de sa...