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No se acuesta con vírgenes, pero yo soy una

Roksolana se arrepintió de no haber comido antes de abrir la boca para rechazar la oferta del Sultán. Se sentía tan hambrienta que incluso su estómago protestaba gruñendo.

Cuando llegaron a la cocina, los guardias la dejaron en manos de la jefa de cocina y desaparecieron sin decir una palabra. Ella...