




Capítulo 1
Siempre supe que estaba destinada a grandes cosas en mi vida. Cuando nací, mi madre murió. Mi padre era el beta de nuestra manada, y él crió a mi hermano Rocco y a mí.
Mi padre siempre me decía lo parecida que era a mi madre, con una belleza única. Mi cabello blanco casi plateado y rizado, mis ojos grises como la niebla, únicos en todo su esplendor como mi madre. Desde que tenía siete años, mi padre me entrenó, y vio el gran potencial y la fuerza que tenía. Cuando cumplí 14 años, me convertí en una de las mejores guerreras de nuestra manada Red River. Por esa razón, mi padre recibió muchas propuestas de diferentes alfas para que me tomaran como su Luna y Compañera elegida, pero mi padre nunca cedió.
Debido a mi joven edad y los peligros que enfrentaría, me prometió que solo yo podría decidir esperar a mi compañero o elegir uno.
Pero todo cambió cuando llegó una propuesta de una de las manadas más poderosas.
Dario, el hijo mayor del Alfa Contti, era cinco años mayor que yo. Mi padre se negó firmemente y decidió enviarme lejos para protegerme con mi tío Rolando a la manada River Blue. Donde me quedaría hasta mi cumpleaños número 18, solo entonces podría regresar con mi familia. El tiempo siguió su curso, han pasado cuatro años, y mi hermano Rocco, de 23 años, ha heredado el título de beta de mi padre. Ahora es el segundo al mando del Alfa Leonardo, el hijo de nuestro anterior Alfa Leandro y Luna Beatrice.
Ha llegado el momento de cumplir mi destino y elegir mi futuro.
Hoy es mi último entrenamiento con mi tío Rocco. Después de cuatro años, ya he perfeccionado mi técnica de combate. Mi velocidad es superior a la de un lobo normal, aún no puedo vencer a un alfa, pero puedo darle una buena pelea.
—¡Aurora! Concéntrate, es tu último entrenamiento. No bajaré la guardia solo como regalo de despedida, princesa —gritó mi tío Rolando con voz autoritaria.
—No esperaba menos de ti, tío, siempre esperando lo mejor de mí —le dije. Al mismo tiempo, giré a la derecha y le di un golpe en el pecho, sacándole el aire de los pulmones, pero solo se movió un poco sin mostrar dolor.
—¿Eso es toda la fuerza que tienes? No te contengas. Me has golpeado más fuerte que eso. Usa tu velocidad.
—¡No está en mi naturaleza contenerme, pero tú lo pediste! —pensé mientras lanzaba varios golpes a su rostro y pecho, usando su rodilla como apoyo. Salté sobre él, girando y envolviendo mis brazos alrededor de su cuello para obligarlo a someterse.
Pero en un movimiento rápido, agarró mis codos y me tiró al suelo, colocando una rodilla en mi abdomen.
—Excelente trabajo, Aurora, tu velocidad y fuerza han mejorado con los años, y estás lista para ser Luna o incluso Alfa de cualquier manada.
—¿Hablas en serio, tío? —dije emocionada—. Pero no tengo intención de someterme a nadie, mucho menos ser la Luna de un lobo opresivo y posesivo. No está en mi naturaleza.
Me sentí orgullosa del arduo trabajo y la dedicación con los que me había entrenado estos cuatro años lejos de mi familia, y había valido la pena. Regresaría más fuerte que nunca.
—Te extrañaré, tío Rolando, pero creo que ha llegado el momento de regresar —dije suspirando.
—Te extrañaré, pequeña, pero creo que no hay nada más que pueda enseñarte, eres la hija de un linaje de los betas más fuertes, y tu aura lo refleja. Estoy orgulloso de ti.
—Gracias, tío. Recuerda que prometiste visitarme.
—Por supuesto, en cuanto surja una oportunidad, vendré a verte. Recuerda, siempre estaré ahí cuando me necesites.
Estaba empacando mis cosas y mirando por última vez mi habitación, el balcón donde me sentaba a leer un libro bajo la luz de la luna durante la noche.
—Extrañaré todo esto —pensé mientras miraba por última vez la casa que fue mi hogar durante todos estos años.
Puse las maletas en el maletero de mi coche, abrí la puerta y programé la música que escucharía en el camino a casa.
Después de una hora, pude ver a lo lejos la casa principal del clan; mis padres ya no viven allí, ni el Alfa Leandro ni la Luna Beatrice; tienen sus casas muy cerca. Aún así, solo los jóvenes viven aquí, el nuevo alfa y mi hermano, quien ha preparado una habitación para mí.
—¡Mi princesa! Finalmente estás aquí. Déjame verte y darte un abrazo.
—Papá, te extrañé mucho —dije mientras lo abrazaba.
—Aurora, no lo puedo creer, finalmente has vuelto, ¿me recuerdas? —dijo una joven con cabello rojo y ojos verdes. Al verla, traté de recordar quién era, y la imagen de una niña con rizos desordenados pasó por mi mente.
—¿Georgia? —dije sorprendida.
—Aurora, te extrañé mucho. Espero que no te vayas más. Me siento tan sola rodeada de tontos aquí —dijo sonriendo.
—Georgia, no lo puedo creer, eres tú. Qué alegría verte —dije emocionada también.
—Bienvenida, Aurora —dijo el Alfa Leandro.
—Gracias, Alfa Leandro. Estoy feliz de estar de vuelta.
—Llámame tío Leandro. Deja de lado las formalidades, somos familia.
—Por Dios, déjame verte; eres la viva imagen de mi querida amiga Ania, bienvenida.
—Gracias, tía Beatrice. Yo también te extrañé.
—¿Y dónde está Rocco? —dije entusiasmada.
—Esperándote desde hace media hora, te tardaste mucho, bienvenida, Aurora —dijo Rocco corriendo hacia mí y levantándome del suelo con un fuerte abrazo.
—¡Wow, cuidado! Nadie te dijo que los esteroides son peligrosos. Creo que eres un gigante y no un hombre lobo —dije emocionada.
—Le dije lo mismo, pero creo que sus células cerebrales ya están afectadas —dijo Georgia burlándose de Rocco.
Mientras Georgia sonreía, pude ver cómo mi hermano no le quitaba los ojos de encima, lo cual me pareció extraño. No recordaba haber visto a mi hermano mirar a ninguna mujer de esa manera, y menos a Georgia.
—Ese es el mejor cumplido que he escuchado, y tú no te quedas atrás, Aurora; ya no eres una niña, lo que me recuerda que tendré que castrar a más de uno por acercarse a ti.
—No te preocupes, Rocco, puedo defenderme sola —dije levantando una ceja como señal de que no lo necesitaría.
—No lo dudo, princesa; si tus habilidades han mejorado desde que te fuiste, disfrutaré viendo a más de uno volar en el entrenamiento —dijo Rocco complacido.
—Rocco, lleva a tu hermana a su habitación, y yo iré a la cocina a ver que todo esté listo para la cena —mencionó Luna Beatrice.
—Iré contigo; tenemos mucho de qué hablar —dijo Georgia.
—¿Qué hay de nuevo, Georgia? ¿Has encontrado a tu compañero ya? —le pregunté.
—Aún no, pero en una semana cumpliré 18, y estoy segura de que lo encontraré; tengo algunas sospechas, pero no quiero apresurarme —dijo susurrándome al oído.
—¿Sospechas? ¿Es eso posible? —pensé.
—¿Y tú, Rocco? ¿Has encontrado a tu compañera ya? —le pregunté a mi hermano.
—Aún no, solo estoy esperando el momento adecuado, pronto llegará, y cuando eso suceda, no me separaré de ella ni un solo momento —dijo Rocco mirando a Georgia.
Algo está pasando entre ellos, y lo averiguaré más tarde.
—Y tu hermana ya tiene 18, ¿no estás emocionada por saber quién será? —dijo Rocco.
—¿Qué te hace pensar que lo estoy esperando? No necesito a nadie, puedo manejarme sola —dije con aire de superioridad.
—No esperaba menos de ti, princesa. Por cierto, mi habitación está en el ala oeste. Aún están reparando tu habitación, así que temporalmente estarás en el ala este en el segundo piso, debajo de la habitación de Leonardo —dijo mi hermano.
—No creo que sea apropiado que esté en el ala de nuestro alfa y sola en el segundo piso. ¿No crees que lo vería como una falta de respeto? ¿Qué dirá nuestra futura Luna? —dije confundida.
—Leonardo aún no ha encontrado a nuestra Luna, y dudo que lo haga pronto; está enfocado en sus deberes de Alfa, y lo que menos le preocupa ahora es encontrarla —dijo Rocco con una sonrisa sarcástica.
—Así que sigue siendo el mismo de siempre, un estúpido engreído que lo sabe todo, ¿y dónde está? No lo he visto —dije, esperando no encontrarme con él pronto.
—En un viaje de negocios fuera de la ciudad, debería regresar mañana.
—El entrenamiento comienza a las 6 am. Espero verte en primera fila sin excepción —dijo pensativo.
Después de descansar unas horas y cenar, decidí dormir y estar lista muy temprano para comenzar mi primer entrenamiento.