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Cuarenta y uno

Henry se despertó esa mañana, sabiendo que necesitaba un tiempo a solas para ordenar sus pensamientos. Su obsesión con Melina se estaba saliendo de control y después de esa noche, empeoró. Nunca habría imaginado que su tímida e inocente gatita se convertiría en una tigresa en sus brazos, sin inhibic...