Read with BonusRead with Bonus

Treinta y dos

—Y quiero aclarar todo contigo, pero dejémoslo para mañana, gatita. Quiero disfrutar de ti esta noche—. Su tono era ronco y oscuro en sus oídos, haciendo que su sangre corriera por sus venas una vez más.

Había tanto deseo en su voz que Melina no pudo evitarlo y lo atrajo para un beso. Su peso presi...