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Dieciocho

Xanthos no pudo contenerse más cuando vio su rostro lleno de lágrimas. No le importó la gente que los rodeaba. Se acercó a ella como si estuviera en piloto automático.

—Está bien, chicos, el espectáculo ha terminado. ¡Denle un poco de espacio para respirar! —La mirada miserable y acuosa de esos ojo...