Read with BonusRead with Bonus

Quince

—Entonces...

Tan pronto como subieron al coche, Melina se abalanzó sobre él, tirando del hombre por el cuello y aplastando su boca contra sus labios. Ávida de él. Eran tan suaves, nunca se cansaría de besarlos.

—No tengo ni idea de quién eres... —gimió cuando él le acarició uno de sus pechos con u...