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Ella no lo hace, así que muevo mis caderas, penetrándola más profundamente, mis dedos hundiéndose en su pierna.

—Mírame.

Sus ojos se encuentran con los míos a través del espejo, vacilantes, casi como si tuviera miedo de lo que encontrará en mi rostro. No estoy seguro de lo que ve: podría ser mi ne...