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ADRIAN

Lia no ha sido ella misma desde que nos sentamos a cenar. Su cuerpo está rígido, y de vez en cuando, un estremecimiento la sacude y deja caer su tenedor. Luego lo recoge de nuevo para arrastrarlo por su comida. Sus manos se mueven, pero rara vez lleva algo a su boca. Desde que vino de las ca...