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Treinta y cinco

Perspectiva de Lysander

—¡Otra vez!—

Bajé el látigo contra su piel sonrojada, volviéndola de un delicioso tono rosado donde el cuero lamía su carne. Ella gritó, su corazón latiendo salvajemente contra su pecho agitado.

—¡Por favor!

Nunca fue de las que se acobardan ante un desafío. Me di cuen...