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Fiestas

Paige

Sus ojos ardían como un fuego humeante, y ellos se inclinaron y se disculparon.

—Perdona a mi esposa, su alteza, no tenía malas intenciones —se inclinó, lanzándole a su esposa una mirada que podría derretir hierro.

—Si lo hubieras hecho, no habrías enviado esclavos humanos a mi reina humana...