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Capítulo cuarenta y uno

Cubriendo con las mantas a un Lu que roncaba suavemente, Lola sonrió antes de inclinarse y besar su frente. De pie, se movió para cerrar las cortinas, bloqueando el brillante sol de la tarde. Mordiéndose el interior de la mejilla, pensó en el sollozo de alivio que él había soltado ante las palabras ...