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Capítulo treinta y uno

—Por favor —suplicó Lola, tirando de las esposas. El metal resonó fuerte en sus oídos. Los sonidos de los otros hombres al otro lado de la puerta no hicieron nada para cambiar sus pensamientos sobre lo que estaba a punto de hacer mientras se acercaba más.

Sus dedos recorrieron su tobillo, maravillá...