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CAPÍTULO TREINTA Y SEIS

—Vamos, pequeña abeja, necesitamos que salgas de esto —dijo una voz familiar mientras recuperaba la conciencia gradualmente. Mi mirada recorrió la habitación desconocida, que contenía una caja de cartón sin desempacar apoyada contra la pared y algunos muebles desparejados. ¿No estábamos en la recepc...