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Treinta y cinco

—Ahora, estoy lista.

—Yo también, querida.

Delilah echó su brazo hacia atrás, con la mano cerrada en un puño. Se dirigió rápidamente hacia la cara de Alexia, y una ligera expresión de satisfacción se reflejó en su rostro cuando vio que Alexia no se movía.

De repente, todo se volvió a cámara lenta...