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—¿Emma? —La voz preocupada de Sarah me llega mientras froto la cocina por quincuagésima vez, sus brazos rodeándome al verme. Ni siquiera la escuché entrar. Finalmente cedí hace unas horas, en una llamada telefónica mientras ella se preparaba para viajar a casa, y le conté por qué estaba aquí, incapa...