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Capítulo setenta

Pasaron unos minutos y Alfred no mostró ninguna señal de irse. Derek miró el reloj de pared y ya eran las 8 de la mañana, lo que indicaba que Vanessa podría estar de regreso de su trote por la urbanización.

—No creo que ella esté aquí —dijo Alfred en su mente. Abrió los ojos y se encontró con la mi...