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Capítulo sesenta y cinco

—Alfred —lo llamó y él abrió los ojos.

—¿Qué quieres? —le preguntó.

—Yo... lo siento —se disculpó ella.

Alfred volvió a cerrar los ojos.

—Solo vete, no quiero ninguna molestia —dijo, pero Mandy no se iba.

—¿Estás llorando? —le preguntó cuando él sorbió por la nariz—. Alfred, estás llorando. ¿Es porq...