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Capítulo sesenta y uno

Alfred regresó al hotel, estaba conmocionado, confundido, enojado y devastado. No podía creer lo que el hombre le había dicho en el CBI. Tiró los papeles sobre la cama y suspiró profundamente.

—Esto es increíble, oh Dios, por favor, espero que esto sea solo un sueño. Sí, es un sueño, solo despertar...