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Capítulo cuarenta y ocho

—Sí, lo sé —dijo ella.

—¿Qué pasó? —le preguntó él.

—Te lo diré, pero prométeme que nunca más le gritarás a mamá —dijo ella, y él lo prometió.

—Mamá horneó pasteles para él cuando su esposa cumplió años —dijo Mara, y él levantó una ceja. Su tío no tenía esposa, su esposa había muerto hace años.

—¿S...