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Capítulo cuarenta y cinco

—Tendré que advertir a todos en la casa que no dejen entrar a nadie sin mi permiso —dijo mientras arrancaba el coche y se alejaba de la casa de Kiara. Alfred estaba de camino a casa cuando recibió otra llamada, era su abuela.

—¿Qué otra vez? —Quiso contestar la llamada, pero la ignoró—. Ella tambié...