PRÓLOGO
Toda su vida pensó que nunca tendría la oportunidad de tener una infancia normal, pero ahora, ser la niña de las flores en la boda de su madre cambió todo eso. Su madre se iba a casar con un hombre al que parecía amar mucho.
Estaba feliz por ella y también por sí misma. Se había conseguido una familia, algo que siempre había querido desde que era pequeña. Ver a otros niños con sus hermanos y tener a alguien con quien jugar era algo que realmente envidiaba, pero ahora se mantendría erguida y orgullosa.
No solo su madre le dio una nueva familia, sino también un hermano menor con quien jugar. Él era tan adorable parado a su lado. Creía que su infancia iba a ser mejor después de todo.
¿Quién no disfrutaría de tener una mejor familia, hermanos y más personas en quienes confiar? Mirar a su madre, que sonreía tan brillantemente y de manera genuina, la hacía muy feliz.
Había sido una lucha dura para las dos mujeres, no había sido fácil para ellas llegar a donde estaban hoy. Requirió mucho valor y todo lo que ella rezaba era para ver a esta mujer feliz y viviendo una vida normal como los demás.
Y verla sonreír mientras se entregaba a ese hombre, lo probaba todo. No podía esperar a ver a dónde la llevaría esta nueva familia.
Ya no iba a ser una pequeña bastarda. También iba a tener un papá, algunos hermanos y hermanas a quienes llamar suyos.
¿Qué más podría querer una niña como ella?