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Infiernos deseados

Ya me estaba mareando y Vidia parecía estar en la misma situación. Nos apoyábamos mutuamente, tratando de mantener el equilibrio y fingir sobriedad.

Llegamos allí y nos reíamos como locas, sin poder controlar el ataque de risa. Fernando fue el primero en vernos y nos observó con una ceja arqueada, ...