




Cuidar
Isabelle.
Habían pasado unos días desde que estaba viviendo con Kaden y su familia. Aparte de Kaden, me había acercado a Cassandra. Jason y Carter también eran amables, pero la mayor parte del tiempo estaban ocupados con su trabajo.
Cassandra me había dado algunos libros, podía leerlos bastante bien. Aunque había permanecido encerrada en una sola habitación la mayor parte de mi vida y mi vocabulario era limitado, con la ayuda de Cassandra estaba aprendiendo nuevas palabras. Las sirvientas del castillo anterior fueron amables conmigo y esa es la razón por la que pude aprender a leer.
En este momento, estaba leyendo una novela, y por lo que Cassandra me había dicho, era una novela romántica. Todavía estaba aprendiendo sobre el tema, pero todo lo que sabía era que un abrazo y un beso en la frente eran signos de intimidad. No podía entender mucho, pero en los libros se decía que sentir esa sensación burbujeante en el abdomen y el calor en el pecho estaba relacionado con una conexión cercana entre dos personas. Un vínculo.
Cuando dejé el libro en la mesita de noche y me recosté en el cabecero de la cama, pasaron unos minutos antes de que alguien llamara a la puerta. Cuando le dije a la persona detrás de la puerta que entrara, vi a Kaden entrando.
Sonrió cuando sus ojos se posaron en mí, pude encontrar la misma felicidad revoloteando dentro de mí tal como había leído en los libros.
—Kaden... —Su nombre salió de mis labios automáticamente.
—¿Cómo está tu salud, cariño? —Se acercó y se sentó a mi lado.
—Mejor —le sonreí levemente.
—¿Te duelen los pies todavía? —Miró mis pies, su mano descansó alrededor de mi cintura mientras me jalaba a su regazo.
—No, no me duelen. —Sacudí ligeramente la cabeza y apoyé mi cabeza contra su pecho.
—Eso es bueno —me acarició el cabello, lo escuché inhalar suavemente mientras lo hacía, y sin darme cuenta me encontré enterrando mi cara en el hueco de su cuello y frotando mi nariz allí. Su cuerpo se tensó ante mi movimiento, pero no me molesté en prestarle atención, en cambio, me acurruqué más en su calor.
Sus manos me ayudaron a acercarme más a su cuerpo. Me encantaba estar cerca de él, su abrazo se sentía seguro y reconfortante. Había una sensación de cosquilleo cada vez que me tocaba o me acercaba y no sabía la razón detrás de ello.
—¿Kaden? —Hablé después de unos minutos.
—¿Sí, ángel? —Su respuesta llegó casi de inmediato.
Lo miré y solté mi pregunta:
—¿Por qué mi piel hormiguea cada vez que estoy cerca de ti?
Las cejas de Kaden se alzaron en sorpresa, como si no hubiera esperado que le hiciera tal pregunta. Pero por alguna razón, no sentí ninguna reticencia después de ver su expresión sorprendida, solo me hizo más curiosa.
Aclaró su garganta antes de hablar:
—¿Te sientes incómoda por eso?
—No —dije—, me gusta la sensación.
Pude ver la sonrisa formarse en sus labios.
—Sientes eso porque estás cerca de mí, tú y yo tenemos un vínculo —me informó y besó mi frente.
—¿Una conexión romántica? —Cuando las palabras salieron de mi boca, pude ver que la sorpresa en sus ojos aumentaba más que nunca. Parecía sin palabras y no sabía la razón.
—¿Cómo aprendiste sobre eso? —preguntó, casi luciendo asombrado.
—De los libros —admití—, últimamente he estado leyendo muchos libros.
—¡Oh! —Se quedó en silencio por unos momentos.
Todavía lo miraba esperando su confirmación o cualquier respuesta que necesitara, entendía que Kaden sabía más cosas que yo y tenía conocimiento sobre muchas cosas, así que la persona más confiable para mí en este momento era él.
—Sí, es una conexión romántica —finalmente habló, pude notar el brillo en sus ojos mientras pronunciaba la frase. Algo sobre ese brillo me fascinaba increíblemente.
No dije nada más y volví a mi posición anterior con mi cabeza contra su pecho, pero esta vez dejando que mis dedos dibujaran pequeños patrones en su camisa negra. Él usaba mucho el negro, probablemente era su color favorito.
La mano de Kaden se movió hacia la parte posterior de mi cuello, donde apartó mi cabello a un lado, exponiendo la piel desnuda de mi espalda debido al corte bajo del vestido. La yema de su dedo recorrió suavemente mi espalda, causando que se me erizara la piel.
—Tan suave —una sonrisa pensativa se extendió por sus labios.
Sus dedos se movieron de nuevo, trazando ligeramente el área detrás de mi oreja y dirigiéndose nuevamente hacia mi espalda expuesta. Me estremecí visiblemente bajo su toque y mis manos automáticamente agarraron su camisa.
—Eres la chica más hermosa que he visto, Isabelle —dijo acercándose a mi oído, el calor de su aliento derritiendo mi interior.
No sabía qué decir, me quedé quieta en sus brazos. Mi cuerpo comenzó a desear más cercanía aunque ya estaba lo suficientemente cerca, la urgencia de algo más era incorrecta pero no podía identificarla.
Ambos caímos en silencio. Permanecí en silencio con mi cabeza anidada bajo su mandíbula y él mantuvo su suave abrazo sin aflojar ni un segundo.
—¿Isabelle? —habló.
—¿Sí, Kaden? —levanté la cabeza para mirarlo.
—En realidad, voy a estar fuera por trabajo hoy y podría regresar mañana por la tarde y si no, mañana por la noche —comenzó, tampoco parecía complacido con el anuncio—. Si necesitas algo, Cassandra estará aquí y si te aburres, puedes pedirle a ella o a Jason y Carter si quieres salir a trabajar, pero no vayas a ningún lado sola. ¿De acuerdo?
Su anuncio hizo que la sonrisa en mi rostro se desvaneciera.
¿Qué pasaría si se alejaba de mí? El solo pensamiento sacudió mi alma. Toda mi vida solo había visto cómo me arrebataban todo, sin tener nada que hacer y solo permaneciendo encerrada en una habitación más pequeña que una jaula.
Viendo a los monstruos matar a mi familia y llevándome a la oscuridad interminable. Después de todos estos años, esta era la primera vez que había visto la luz, en Kaden, con Kaden. No quería perderlo también.
—¿Vas a volver? ¿Verdad? —mi labio tembló mientras mordía mi labio inferior y trataba de detener las lágrimas que amenazaban con caer.
Su expresión se llenó de preocupación al notar mis ojos llenos de lágrimas. Rápidamente se sentó derecho desde su posición reclinada contra el cabecero y me tomó suavemente la cara—. ¿Por qué estás llorando, mi amor? ¿Por qué hiciste esa pregunta?
—Siento que te estás alejando de mí —las lágrimas rodaron por mis mejillas y vi su expresión suavizarse.
—No, mi ángel —sacudió la cabeza y me acercó más, mi cabeza se enterró en su cuello nuevamente, pero esta vez mis brazos se movieron para abrazarlo, fuertemente, como si desapareciera si lo dejaba ir.
—Nunca te dejaré —dijo—. No llores, por favor. —Me frotó suavemente la espalda.
—¿No me estás mintiendo? ¿Verdad? —sollozé y él movió mi cara para que lo mirara.
—No estoy mintiendo, nunca te dejaré sola —comenzó, limpiando mis lágrimas con su mano derecha—. Es solo que tengo un trabajo importante que hacer, algunas personas necesitan nuestra ayuda y por eso necesito ir allí, de lo contrario no iría.
Sus palabras calmaron mis pensamientos y mi inquietud comenzó a desvanecerse lentamente en la nada.
Asentí lentamente y aflojé mi abrazo antes de mirarlo—. Cuídate, y si es posible, vuelve pronto —sonreí suavemente y le tomé la cara, presionando suavemente mis labios en su frente.
Su cuerpo se quedó quieto ante mi movimiento, y vi el vello de sus brazos erizarse al contacto. Sin pensarlo más, me moví hacia abajo y presioné un beso en su mejilla y luego en la otra.
—Te extrañaré —froté la yema de mis pulgares sobre la piel debajo de sus pómulos. La ligera barba me causó una extraña sensación.
—Yo también te extrañaré, y prometo que volveré lo antes posible. —Una sonrisa se extendió por su rostro y me abrazó fuertemente, un abrazo que supuestamente dejaría su calor hasta que regresara.