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58. Sangre

Serene

Sangre. Todavía podía oler un poco en sus dedos. Era una distracción y le impedía concentrarse en los pasos.

Purnn!

—Tecla equivocada —dijo él.

—Oh, ups —dijo Serene con indiferencia—. No puedes decir que no lo hueles, tu nariz tiene que ser mejor que la mía.

Mientras él arrugaba l...