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Capítulo cincuenta y uno: El canto del cisne

Ophelia Lykos

Mis labios se abrieron en un grito silencioso mientras acunaba a mi hija en mis brazos, mis manos presionando frenéticamente contra la herida para detener la hemorragia, mi corazón hundiéndose al ver cómo la sangre seguía filtrándose entre mis dedos. Podía sentir su cuerpo tratando de...