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Capítulo cuarenta y tres

Amelia estaba atónita ante lo que sus ojos veían, algo muy familiar. Estaba totalmente confundida, con el ceño fruncido. Sus manos estaban encadenadas al techo, sus piernas encadenadas al suelo. Había sido brutalmente torturado y estaba débil.

Miró a su izquierda, levantando una ceja al ver a la da...