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Capítulo treinta

—Vas a matarlo, pero no te preocupes, no va a morir. Solo le harás algo mucho peor —dijo una voz mientras le entregaba una daga.

Ella parpadeó y la tomó. Se dio la vuelta, con los ojos llenos de lágrimas al ver al hombre del que estaba enamorada. Sus manos estaban atadas al techo, sus piernas encad...