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Catorce: La prometida

Templanza

Las sirenas de la policía están sonando mientras detenemos el coche al lado de la carretera.

—Mierda, mierda, mierda, mierda —Alec aprieta los dientes, golpeando el volante con los puños en frustración. Me tenso ante su enojo, permaneciendo en silencio.

Espero que el coche se detenga...