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Capítulo treinta y dos

Travion la bajó del árbol, y Volencia podía oírles hablar, pero no entendía lo que decían.

—Lo siento, Damion —dijo ella, tomando otro bocado de chartis, que se derretía en su boca como azúcar, con un sabor a cítricos, miel y flores. Aún tenía un buen trozo en la mano.

—No tienes nada de qué discu...