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Capítulo 250

La luz perezosa de la tarde en Miami me presionaba como una garra de amante, la luna ya hacía tiempo que se había ido pero su eco sangriento aún manchaba el cielo. Salí de la limusina, y la alfombra roja se desplegó ante mí como una lengua, húmeda con el destello de las cámaras y los gritos de la ...