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Medida desesperada

Jennifer se sentó en su cama mientras lloraba desconsoladamente. El bebé pateó dentro de su vientre y ella gimió, no de dolor, sino de rabia.

—¿Puedes dejar de moverte, maldito? —gritó entre lágrimas, le dolía no saber quién era el padre de su hijo.

Sollozó y miró alrededor del pequeño apartamento...