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Un marido que no sirve para nada

Andrew no puede creer que ella lo haya empujado tan fuerte. Logró levantarse sosteniéndose el codo con dolor, la enfrentó y ella se estaba burlando de él.

Andrew tomó el regalo misterioso que había comprado para ella, caminó de regreso hacia ella y se lo dio. Jennifer se lo arrebató de la mano.

—¿Qué es esto? —preguntó Jennifer con la misma expresión de disgusto que tenía antes.

—Lo compré, es un regalo para ti, ábrelo —instó Andrew, quería que ella entendiera cuánto la ama y que no cree que ella le haya engañado.

Jennifer miró el regalo envuelto y estalló en una risa burlona.

—¿Qué hay dentro? ¿Es una miga de pan? ¿O es un pequeño pendiente barato? —se burló Jennifer y continuó con su absurda risa.

Arrojó el regalo al suelo y, para sorpresa de Andrew, comenzó a pisotearlo, destruyéndolo con sus tacones rojos.

—¡Jennifer, para! —advirtió Andrew, pero ella continuó aplastándolo con sus tacones hasta que lo destruyó por completo.

—Basura, todo es basura, estoy segura de que lo compraste en una tienda barata, tal vez conseguiste este regalo inútil por un dólar ya que no puedes permitirte nada más —gritó, mirándolo con odio.

Odia verlo, se pregunta cómo pudo haber pasado estos años con un pobre fracasado.

—¿Ves esto? —preguntó Jennifer a Andrew, mostrando la hermosa pulsera de diamantes en su muñeca.

Andrew adivinó quién se la había dado porque él no podría haberla comprado y ella tampoco.

—Y también esto —añadió Jennifer, mostrándole el collar caro en su cuello y también los bonitos pendientes en sus orejas.

Combinaban con el vestido de vino hasta la rodilla que llevaba puesto.

—Esta noche, fui al bar con un hombre rico y él me compró todo esto. ¡Es tan rico, es tan adinerado que compró todas estas joyas por quinientos mil dólares! —presumió Jennifer, hiriendo los sentimientos de Andrew, mucho.

—¿Me estás engañando? —preguntó él y olfateó, su voz sonaba como si fuera a romperse en cualquier momento.

—¿Por qué siempre has sido tan estúpido, no puedes leer lo que está claro? Tengo un novio rico que me ha estado colmando de cosas buenas, buenas y caras, no cosas baratas e inútiles que tú me das, como arrancar una rosa de una de las mansiones donde trabajas como simple jardinero —insultó Jennifer, escupiendo palabras sin considerar sus sentimientos.

Y realmente no le importan sus sentimientos, su apariencia le irrita.

La boca de Andrew se abrió pero no salieron palabras, sus palabras eran como dagas que apuñalaban su corazón continuamente, sin darle un segundo para respirar.

Jennifer se rió y soltó un hipo, agarró su bolso y salió de la sala, caminó hacia su habitación.

Andrew pensó que, con suerte, cuando ella viera lo que había preparado para ella, reconsideraría.

Jennifer caminó sintiéndose realmente sorprendida por todo pero no impresionada, se dirigió a la mesa y dejó su bolso sobre ella.

Abrió los platos para ver la comida, las botellas de champán en la mesa. Se rió más fuerte.

—¿Robaste esto? —inquirió Jennifer.

Andrew se sorprendió por su pregunta, luego replicó:

—Tú, de todas las personas, sabes que nunca robaría.

—¿Crees que puedes impresionarme con esta cena barata a la luz de las velas?

—¿Cuándo me has llevado a un restaurante elegante, cuándo me has llevado de viaje, ni siquiera me has llevado de viaje fuera de esta calle, siempre dices que estamos ahorrando dinero? —se quejó y mimó su voz cuando dijo la última frase.

Andrew bajó la mirada al suelo, sabe que no ha estado allí, y no la ha llevado a viajes exóticos, pero ha estado haciendo su mejor esfuerzo.

—Ni un solo día me has llevado a ningún lado, lejos de las cuatro paredes que se sienten como una prisión, eres un bastardo, una rata de iglesia pobre que no pudo hacer que su esposa se sintiera apreciada de ninguna manera, nunca me sentí bien estando contigo, solo me sentí usada, alguien para cocinar tu cena barata, para que hicieras el amor cuando regresaras de tus trabajos inútiles —gritó furiosa.

Andrew está hirviendo por dentro en este momento, tomó esos trabajos humildes para apoyarlos.

—Eres un tonto inútil, un simplón —dijo enojada y agarró la botella de champán y la rompió en el suelo.

—¡Jennifer! —advirtió Andrew y se estremeció.

—No puedes impresionarme, Andrew —Jennifer soltó un hipo borracha y tiró todo lo que había en la mesa.

Rompió los platos en el suelo y las botellas de champán.

Andrew caminó hacia ella e intentó alejarla de allí, no porque cada una de las botellas costara cien mil dólares, sino porque no quería que se lastimara, todavía la ama a pesar de las palabras burlonas y odiosas, por mucho que ella sienta desprecio por él, no puede verla lastimarse.

Jennifer lo empujó bruscamente como lo hizo antes, Andrew solo tambaleó pero se mantuvo firme.

—No quiero estar contigo más, te desprecio, todo sobre ti me hace sentir asco, imagino cómo habría sido mi vida si hubiera conocido a mi novio rico en lugar de conocerte a ti, mi vida sería una definición de riqueza y vivir una vida de cama de rosas, no una cama de espinas y pobreza —gritó Jennifer, mirándolo con desdén.

—Jennifer, puedo permitirme cualquier cosa que necesites, te conseguí este anillo especial —dijo Andrew y sacó una pequeña caja negra de su bolsillo.

No pudo darle un anillo decente, así que compró esto para ella.

Jennifer lo tomó de él, es un anillo Taylor Burton, vale más de $3,330,500.

¿De dónde sacaría un tonto pobre como él algo así?

—Estoy segura de que esto es falso, no puedo creer que estés tan desesperado por mantenerme en tu cautiverio —gritó Jennifer y tiró el anillo, que accidentalmente cayó en el basurero.

Sonrió por su logro y pasó por encima de los pedazos rotos y alcanzó su bolso, lo desabrochó y sacó un montón de documentos.

Andrew entrecerró los ojos, preguntándose para qué eran esos documentos.

Ella se tambaleó de regreso hacia él y le puso los documentos en las manos.

—Quiero el divorcio —dijo y Andrew quedó en shock.

Miró el documento y estaba escrito en letras grandes: papeles de divorcio.

—Jennifer —murmuró Andrew con los ojos llenos de lágrimas, estaba completamente devastado.

—Firma los malditos papeles, quiero divorciarme hoy, Andrew —dijo Jennifer seriamente.

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