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Lujuria por ella

Primero vi a Mark, pero Damien también estaba detrás con sus manos que daban un miedo terrible.

—Puedes irte —dijo, y Mark salió. Al quedarme sola con él, sentí una abrumadora necesidad de acobardarme, de encogerme totalmente, pero honestamente, eso no era yo. Era yo en mí, pero me giré y lo miré c...