Read with BonusRead with Bonus

Los pecadores llaman a la puerta

La mañana siguiente

Thanatos se revolvía en sus sábanas, el recuerdo de la noche anterior aún fresco en su mente.

—No, Evie... no lo hago.

Las palabras, aunque solo cuatro letras, parecían quitarle la vida a sus esmeraldas verdes. Su labio tembló, luego se separó, pero no salió nada. Tan rápido...