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LANZADO

Cassandra sabía que estaba al borde de la muerte y, de alguna manera, su otra mitad la culpaba por ser estúpida. Ni siquiera podía levantar un dedo y sus párpados se sentían tan débiles que apenas podían mantenerse abiertos. Gusanos mordían sus intestinos y su estómago se revolvía terriblemente. Est...