Read with BonusRead with Bonus

Capítulo noventa y cinco

Los ojos de su madre ardían de indignación.

—Eres un hombre típico. Pensando con la parte inferior de tu anatomía. Estás completamente cegado por la lujuria, pero en unos años no la mirarás con los mismos ojos de cachorro enamorado. Entonces me agradecerás por intentar protegerte. Puedes hacerlo me...