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Capítulo noventa y cuatro

Una expresión de inquietud se dibujó en el rostro de Enzo. Sus labios se torcieron y sus ojos se apagaron. Al menos no iba a fingir que no sabía de qué estaba hablando Matt.

Enzo se pasó una mano por la boca de nuevo, y su mano quedó manchada de sangre. —Sé que no significará mucho, pero lo siento ...