Read with BonusRead with Bonus

Capítulo ochenta y cuatro

Ella frotó su rostro contra su pecho, ajustándose a su cuerpo con un movimiento que increíblemente provocó su carne recién satisfecha.

—Y tú me perteneces —dijo ella.

Él no lo negó. La amarga píldora resultó ser más dulce que el néctar y se deleitó en la posesión de una mujer tan dulce, tan apasio...