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Capítulo ochenta y dos

Neal Patchett había tenido razón al menos en eso. La pastilla no era amarga de tragar, pero el agua con la que la había bajado estaba rancia. La única manera de librar su orgullo de los efectos del chantaje era planear una medida adecuada de justicia para el hombre.

Dash no quería arruinarlo por co...