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Capítulo veintisiete

Él la besaría suavemente, nada demasiado intenso.

No quería asustarla, pero le debía esta pequeña concesión por haberla hecho llorar. Comprar muebles para su refugio de mujeres no sería suficiente.

Eso era dinero, pero el insulto había sido personal y esto era una expiación personal.

Sus labios t...