




CAPÍTULO 7
Las clases de Jenna eran muy agotadoras, pero productivas. La reunión estaba programada para el fin de semana, donde ya estarían instruidos en todo lo relacionado con lo que debían aprender y hacer. Ella era el tema de conversación de su clase y de sus amigos.
El profesor de Negocios, Paul Jotts, los observaba y escuchaba divertido cuando era hora de salir al recreo. No se fue, ya que le tocaba la siguiente hora con esa misma clase, pero los estudiantes, incluida Jenna, tampoco se fueron; continuaron con sus conversaciones. Entonces, Nuria, la más extrovertida de la clase, se levantó de su asiento siendo observada por los demás compañeros. Se dirigió al escritorio donde el profesor estaba revisando su celular, hasta que él notó su presencia junto a él. La miró y preguntó:
—¿Qué quieres, señorita Nuria? —Ella puso sus manos atrás y dijo sonrojándose:
—Profesor, me gustaría saber si (miró a sus compañeros) me gustaría saber si está al tanto de lo que se hace en esa fraternidad de la universidad.
Paul sonrió mirándola y solo respondió:
—Por supuesto que lo sé, jajajaja, pero debes ir a la reunión para que te digan todo lo que debes hacer y aprender.
Nuria lo miró con los ojos entrecerrados y comentó con ínfulas:
—Entonces lo sabe y no quiere decirlo, mmmm, ¿es... algo malo o perverso?
El profesor se rió a carcajadas, se levantó, la tomó de la mano, la acercó a su cuerpo, le agarró la cara para besarla, causando asombro en todos. La soltó y ella quedó estática de sorpresa. Caminó con ella hacia donde estaban reunidos los estudiantes, tomó una silla y se sentó comenzando a decir:
—Lo que acaban de ver es uno de los requisitos de la fraternidad. —Lo miraron sin querer creer lo que les estaba diciendo y Alex, el único chico gay de la clase, dijo:
—Pero profesor, se supone que los estudiantes no deben besar a los profesores, bueno, yo estoy dentro... si usted quiere.
Todos rieron, incluido el profesor, pero él inquirió:
—No es con los profesores con quienes deben besar, es otra cosa, ehm, bueno, puedo adelantarles algo. Si es una mujer, la participante debe usar una máscara proporcionada por la fraternidad; solo se le ven los ojos y la boca, es irreconocible para los demás. Lo mismo ocurre con... los hombres que aspiran a estar con esa mujer... pero ella tiene el poder de elegir con cuál de ellos hará lo que debe hacer.
Los estudiantes lo miraron asombrados cuando Mary dijo:
—Entonces... ¿se supone que debemos acostarnos con hombres? —Paul solo respondió:
—Eso se responderá en la reunión. Además, Alex, como eres gay, también encontrarás hombres que tienen tus gustos.
—¿De verdad? ¡Yupi! ehm, oh, qué bárbaro. —Todos rieron al escucharlo.
Jenna se atrevió a preguntar:
—Disculpe, profesor, pero ¿no cree que parece que imponen el sexo entre los participantes y es obligatorio?
—No es obligatorio, pero me imagino que eres virgen y por eso preguntas. Solo te aconsejo una cosa, niña, sé que quieres ser la que tenga las mejores calificaciones y lo siento, pero unirse a la fraternidad es un gran paso para estar por encima de los demás. Ten en cuenta que nunca te enfermarás porque todos son evaluados, por eso todo es seguro y quien elijas sabrá que eres virgen y te tratará con toda la delicadeza del mundo.
—Pero me da vergüenza que sepan quién soy, tal vez me vean en la universidad o en la calle.
Paul, escuchándola, dijo:
—Jajajaja, no niña, una de las reglas principales es que no debes hablar en absoluto durante tu encuentro, todo debe ser en silencio y la máscara no deja ver nada de tu rostro, así que ninguno de los dos sabrá quién es quién.
Los jóvenes universitarios se quedaron con la boca abierta al escucharlo, pero la curiosidad de la juventud y hacerlo con personas sin enfermedades les quitó un gran peso de encima, y el anonimato les daba un toque de perversión con el famoso dicho «lo prohibido es lo más rico». Se miraron entre ellos con miradas de lujuria y deseo. Rachel, una chica que ya había explorado el mundo del sexo, comentó:
—Profesor, ya he hecho el amor con algunos novios, ¿tendré problemas para ser aceptada?
—No, solo hacen chequeos médicos para asegurarse de que estés sana, lo mismo que hacen con quienes vienen a pedir la compañía de hombres o mujeres o, bueno, entre los dos sexos.
Alex se sintió aludido y reclamó:
—Oye, profesor, diga que soy gay, suena mejor, no eso de entre los dos sexos. —Se levantó, golpeando los talones y caminando rápidamente fuera del aula, haciendo reír a todos.
Rachel habló de nuevo:
—Oye, si te das cuenta, esto es maravilloso, nosotras las mujeres podemos tener sexo con personas de nuestra misma clase social y estamos súper seguras de no enfermarnos, además, podríamos conseguir hombres con cuerpos de dioses, nosotras los elegimos.
—Oye, profesor, si algún hombre quiere tener sexo con otro hombre por simple curiosidad, ¿puede hacerlo? —dijo Vincent.
—Claro, hombre, pero debes comunicar lo que quieres, ser activo o pasivo para ambos, o si es tu primera vez, bueno, todo eso se les explica en la reunión. Ya les he dicho demasiado, voy a revisar mis redes sociales antes de volver a dar clases.
Se levantó para caminar de nuevo hacia el escritorio y se sentó a revisar su celular, mientras los estudiantes comentaban sus inquietudes.
Cuando terminaron las clases, se quedaron en un pequeño parque para seguir charlando, dudas y preguntas bailaban entre ellos, cuando Vincent se puso frente a ellos, tomó a Alex de la mano y dijo sin titubear:
—Quiero salir del clóset, me gustan los hombres, solo Alex lo sabe, pero aquí tendré la oportunidad de experimentar el sexo, quiero elegir a quién darle mi virginidad.
Todos se levantaron para abrazarlo y decirle:
—Bien, Vincent, muy bien, lo lograrás, tal vez puedas conocer a tu pareja de vida.
—Eso es lo que más quiero, se lo he ocultado a mis padres, pero aquí va a haber libertad para hacerlo y voy a aprovechar la oportunidad.
Jenna estaba con ellos y al mismo tiempo no lo estaba, dentro de ella había un conflicto, entregar su virginidad a un completo desconocido y su modestia. Su cuerpo para ella era importante y si se unía a la fraternidad tenía que permitir que admiraran su cuerpo, además de poseerlo y tocarla, eso la mantenía muy nerviosa. Esperaba la reunión con ansias, para despejar todas las dudas de su mente, pero solo tenía una respuesta: «Tengo que hacerlo si quiero ser la mejor estudiante».
Dejó sus pensamientos a un lado y continuó disfrutando de la charla, se quedaron hasta tarde. Carla dijo con confianza que era lesbiana y quería probarlo con una mujer, porque sus padres la habían obligado a tener sexo con hombres.
Todos la apoyaron, era una camaradería juvenil. Poco a poco, los nervios de Jenna se fueron disipando mientras escuchaba a sus otros compañeros. Cada uno se fue a su dormitorio a dormir para levantarse al día siguiente y recibir su rutina de clases.
Mark fue a cenar con Loretta y su prometido Ralph. Tuvieron una agradable conversación entre ellos, compartiendo anécdotas y logros. Al final, cuando salieron del restaurante, fueron a una de las mansiones de Mark. Entraron y se sentaron en la sala de estar. Loretta habló primero.
—A ver, mi amorcito, quiero que mañana vayas con Ralph a donde se hacen las citas para que te conozcan. Te harán pruebas para saber que estás en buen estado de salud. Desde que entres allí, llevarás una máscara en los ojos; ni el doctor, ni las enfermeras, ni nadie, ni siquiera quien te entreviste, verá tu rostro, querido. Esto es súper secreto, cuidan la identidad del usuario. Solo el dueño hará la transacción de dinero, hablarás directamente con él y solo allí podrás quitarte la máscara de los ojos.
—Entonces conoceré la mente maestra de este negocio de placer —dijo Mark en tono jocoso, a lo que Ralph respondió:
—Mira, solo el Lobo Plateado conocerá tu identidad. Él es el único ser que te conocerá, pero tu dinero estará bien gastado. Cada mujer que está allí lo vale. Claro, si te gustan otras cosas, debes decírselo y él te encontrará lo que realmente quieres. Te da el catálogo para que elijas.
—Oye, Ralph, y si ese tipo, el Lobo Plateado, es un conocido mío o un socio de negocios, ¿me chantajeará? —Lo que recibió como respuesta fue una gran carcajada.
—Mark, no seas desconfiado. Esto lleva varios años funcionando. El Lobo no necesita chantajear a nadie, gana millones con esto y, si es un conocido tuyo, incluso te hace un descuento. Hazlo, hombre, disfrutarás de placeres inauditos. Pides y te lo dan, para eso es el dinero y tú lo tienes.
Sirvieron unos vasos de whisky mientras Mark caminaba de un lado a otro, cuando de repente dijo muy fuerte:
—Lo haré, he estado absteniéndome durante muchos años y si es seguro, voy a disfrutarlo.
Loretta se levantó para abrazarlo y dijo muy dulcemente:
—Finalmente, cariño, como recompensa por tu buena decisión, quiero darte algo.
—¿Darme algo, Loretta? —Observó cómo ella descansaba su mano directamente sobre sus pantalones, acariciándolo sobre su pene, frotándolo frente a su prometido, a lo que Mark dijo asustado:
—Loretta, ¿qué estás haciendo? Ralph está mirando, se va a enojar, no lo hagas.
Escuchó a Ralph reírse a carcajadas:
—Jajajaja, Loretta ha estado haciendo eso desde que la conocí, es su mundo y yo estoy inmerso en su mundo, Mark. Deja que te dé una de sus espectaculares mamadas, te va a gustar, jajajaja.
Loretta lo sentó en el sofá y le bajó la cremallera, mirándolo directamente a sus ojos azules. Mark aún no podía creer que su prometido no dijera nada y estuviera observando lo que ella iba a hacerle a otro hombre.
Loretta sacó el pene de su amigo, que ya estaba erecto por los continuos apretones. Él jadeó un poco al sentir sus manos sacarlo y frotarlo, moviendo sus manos arriba y abajo mientras le decía divertida a su prometido:
—Ralph, mira, esto es de lo que te hablaba, mi amigo negando esta enorme delicia a tantas mujeres deseosas como yo, pero hoy será mío. Te voy a dejar seco, Mark Black.
La respuesta de su amigo fueron sus gemidos roncos al sentir su pene dentro de la boca de Loretta, caliente y húmeda. Ya había olvidado esa dulce sensación de ardor, su pene palpitaba, no había tenido un orgasmo en mucho tiempo.
Su cabeza se movía con fuerza, lo estaba chupando como lo hacía en el burdel, además influía el deseo que siempre había tenido por ella y que le había negado. Los gemidos de Marck se escuchaban por toda la habitación, Ralph observaba divertido, viendo cómo temblaba de lo bien que debía sentirse cuando soltó un fuerte gemido y Loretta dijo:
—Eso, papi, ven fuerte para mí, síiii, saca todo lo que tenías en tus bolas. —Abrió la boca de par en par para recibir la tremenda eyaculación que llenó su boca, pero muy hábilmente la tragó y esperó más. Entonces Ralph opinó divertido:
—Vaya, hombre, estabas lleno, wow, jajajaja. —Marck jadeaba por haber terminado tan fuerte, le dolía la cabeza y veía pequeñas luces frente a sus ojos y Loretta respondió:
—Aguanta, cariño, aún no he terminado, falta más. —Se escuchó la débil voz de Marck:
—¿Qué, qué falta? —Solo tuvo que levantar la vista para darse cuenta de que su amiga estaba solo en bragas, se las quitó en un instante y quedó totalmente desnuda.
Se inclinó y le quitó la camisa, la corbata y los pantalones a Marck, bajando sus calzoncillos que fueron bajados por las hábiles manos de Loretta, quien comenzó a besarlo y sus hábiles manos apretaban sus recién exprimidas bolas.
Movieron sus besos por su cuello hasta sus pezones, que ella chupaba haciendo que su amigo gimiera de placer. Ralph había encendido un cigarrillo y disfrutaba del espectáculo.
Loretta montó a Marck con un ímpetu explosivo, se movía como una diosa, él solo disfrutaba como nunca antes, solo gemidos casi sin palabras. A veces se inclinaba para besarlo, pero Marck estaba en un tremendo éxtasis, porque mientras ella subía y bajaba en su pene, con sus dedos apretaba sus pezones.
Solo se escuchaban gemidos en esa habitación y el cuerpo de Loretta moviéndose de adelante hacia atrás a veces, hasta que se escuchó un fuerte jadeo y fue que Marck estaba terminando junto con Loretta. Volvió a llenar su vagina con su caliente semen, ella estaba orgullosa porque finalmente lo había tenido y lo había hecho disfrutar también. Salió de él y lamió su pene dejándolo sin nada.
Marck estaba sofocado por la tremenda sesión de sexo, ella lo había exprimido cuando se escuchó su risa diciendo:
—Loretta, eres una perra, siempre quisiste hacerme esto.
—Tienes toda la razón, Marck. Pero acabas de tener una sesión de cita a ciegas, en silencio, ¿te diste cuenta?
Marck se sentó y vio a Ralph sonriendo, a Loretta feliz y recordó que todo había sido en silencio. Si así era el sexo de citas, lo iba a hacer, era hora de disfrutar. Se levantó desnudo y sudoroso y exclamó:
—¡Mierda, lo voy a hacer! Amé tanto a Judith, pero mi hija ya es mayor y estoy solo, así que prepárate, sexo silencioso, porque aquí voy, jajajaja.
Los tres rieron, pero el viudo ya había tomado su decisión, iba a seguir viviendo y disfrutando de la vida. Ya había sufrido mucho, pero lo iba a hacer porque nadie sabría quién era y él no sabría con quién estaría para tener sexo. Era hora de disfrutar la vida.