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CAPÍTULO 55

Jenna llegó a su refugio oculto muy feliz de haberlo visto, de haberlo escuchado, de haberlo tocado, sentido su piel y besado sus labios. Entró sonriendo y caminó lentamente hasta sentarse en un sofá en la sala.

Alice la observó y se alegró de verla tan contenta y le preguntó.

—Mi niña Jenna, ¿qué...