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Antonio

Eran las 4:30 de la mañana y no podía dormir, así que me quedé sentado en el sillón mirando mientras Cecília dormía. Cecília dormía plácidamente, su cabello esparcido sobre la almohada y, por más que lo enrollara, siempre se deshacía, mostrando esas piernas y parte de ese hermoso trasero. Sabía que ...