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MISIÓN SEXUAL

¡Uf! Agarré su cuello con los dientes apretados y dije:

—¿Cómo puedes hacerme esto, perra? —le grité en la cara, su frente se frunció y ella agarró mi mano.

—Porque eres mi esclavo, ¡ahora quita tus manos de mí! —me gritó de vuelta.

—¡No! El hecho de que acepté ser tu esclavo no significa que pue...