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CAPÍTULO OCHENTA Y UNO

Xavier era una complejidad en mi vida, pero toda esa confusión se desvaneció cuando me dio sensaciones que nunca supe que existían.

—¿Te gusta eso, mascota?

Asentí sin aliento, mis cuerdas vocales dedicadas a cada esfuerzo que tomaba para contener los gemidos que amenazaban con salir. Quería grita...